Mi nombre es JUAN RODRIGUEZ BARIEGO,
tengo en la actualidad 71 años, nací en Badajoz en Agosto de 1937. Fui alumno
del Colegio General Navarro entre los años 1945 al 1948. Dicho por cursos
Académicos, desde el 1945-46 a1 1947-48. Anteriormente estuve en colegios por
la Zona en que vivía, por San Andrés, (Plaza de Cervantes). Estos colegios
fueron el llamado de Doña Antonia Soriano, (que era hermana de un canónigo muy
conocido en la época, don Eloy Soriano), y el colegio estaba en la planta
primera de un edificio situado en la propia plaza de San Andrés, hoy existe
este edificio tal y como era entonces. El otro colegio era el llamado de don
Pedro Bala, situado al inicio de la calle Venegas, edificio que también existe
actualmente, aunque está en ruinas. En el curso 1945-46, cuando yo tenía 8 años,
pasé al Colegio de San Francisco, por cuyo nombre se conocía entonces más al
Centro Genera1 Navarro. Ingresé a partir de Grado 3º en el cual era maestro don
Francisco Lozano. Al año siguiente, en el curso 1946-47, pasé a 4º con don
Manuel Lozano y el siguiente a 5º con don Gonzalo Murillo Al inicio de1 curso
1948-49 me pasaron a 6º con don Manuel Cabrera, pero estuve muy poco tiempo ya
que en septiembre de1 año 1948 había aprobado el ingreso en el Instituto
Bárbara de Braganza y por octubre me marche para hacer el bachiller. En
resumen, ingresé en el colegio con 8 años y me fui con 11 años. Recuerdo
perfectamente el cuadro de maestros que había y que prevaleció durante todo el
tiempo que estuve.
En el Grado lº don Gerardo Ramírez. Lo
recuerdo perfectamente, con su pelo y barba blanca, me parecía una persona muy
mayor. Era padre de un conocido periodista deportivo de1 HOY.
En el Grado 2º, don Ángel Conejero, hombre
grueso, vivía en la calle Madre de Dios en la planta baja de una casa que se
conserva tal cual. Yo conocía a sus hijos en especial a Angelito.
En el Grado 3º, don Francisco Lozano, que
vivía en la Plaza de Portugal en la primera de una casa cuya escalera salía
desde la misma puerta. Fue don Francisco mí primer maestro en el Colegio de San
Francisco, Lo recuerdo como una persona, en aquella época, ya algo mayor, muy
erguido, con poco pelo y muy canoso, alto muy bien vestido casi siempre de
color gris. Paseaba entre los bancos donde estábamos sentados y llevaba en la
mano una reglita pequeña que nos dejaba caer cuando alguno no se estaba quieto.
En el Grado 4º, don Manuel Lozano, (no era
familia de don Francisco) Lo recuerdo con su mascota negra y su voz muy fuerte
y grave. En este curso ni nos movíamos porque Don Manuel tenía encima de la
mesa una regla, más bien era una tabla, con la cual de vez en cuando ponía
orden. Don Manuel vivía al comienzo de la carretera de Sevilla, en un chalet
por encima de la gasolinera de San Roque y por debajo del bar Venero, frente al
arroyo Rivilla, (este chalet hoy no existe).
En el
Grado 5º Don Gonzalo Murillo García. El espacio de este curso estaba en un aula
más pequeña que las de los otros grados En concreto se situaba en lo que hoy es
sala de dirección y la ventana daba justo al edificio de Correos. Don Gonzalo
fue mi gran maestro, siempre muy querido y permanentemente recordado Nos enseñó
y nos educo no solo en la escuela, a mí me dirigía y me aconsejaba en todos los
estudios de bachiller, mercantiles, preparación de oposiciones, aspiraciones
profesionales, etc. Hasta ya de mayor, casado y con hijos, iba yo a su casa a
contarle sobre mis cosas, mi familia, el trabajo, mis ascensos profesionales
que lo llenaban de orgullo, etc. Esta actitud de don Gonzalo no era solo
conmigo; me consta que con otros muchos alumnos también. Vivía en Pardaleras,
en calle Asilo, en un chalet que todavía existe y que hoy lo habita su hija
Lupe. Todos sus hijos, Maria Isabel, José Maria, Alfredo, Amparo, Lupe, Manolo
y Maria Elisenda son desde aquella época de los años 1950 excelentes y
entrañables amigos míos. Así mismo, recuerdo con gran cariño a su esposa doña
Elisenda, que también era profesora en otro colegio Don Gonzalo murió en mayo
de 1972 y muy poco antes había muerto su esposa. De don Gonzalo tengo infinidad
de buenos y agradables recuerdos de los cuales podría estar hablando muchas
horas como ya nos ha pasado cuando en alguna ocasión hemos coincidido alguno de
sus alumnos. Por razones de brevedad me limitaré a decir que a todos nos enseñó
no solo las asignaturas de su curso, sino algo más importante, nos enseño a ser
personas dignas, responsables, trabajadoras, con honor y con orgullo, entre
otras muchas cosas. Recuerdo en este sentido una frase suya que nos repetía
constantemente y nos hacía escribir: "El hombre no se debe arrodillar
nunca ante ningún hombre, solamente ante Dios". Don Gonzalo apenas reñía a
sus alumnos, ni castigaba ni nada de eso, cuando alguno hacíamos alguna
travesura propia de la edad, solo miraba al alumno fijamente, durante un rato,
sin decirle, apenas nada, pero todo estaba dicho y entendido con aquella
expresiva mirada. Qué enorme educador y que gran maestro. Quiero aprovechar
para decir, gracias don Gonzalo por haber tenido la inmensa suerte de conocerle
y ser alumno suyo.
En el Grado 6º, don Manuel Cabrera Estuve
poco tiempo en su curso debido a que en septiembre de 1948 había aprobado el
examen de ingreso en el Instituto Bárbara de Braganza y en octubre pasé a este
centro a cursar el primero de bachiller. Era un maestro de mucha personalidad y
carácter y ha sido el superviviente de todo el cuadro de profesores que he
citado. Le recuerdo no hace mucho, en una de las veces que me lo he encontrado
en la calle. Ya estaba muy mayor, me acerqué a él, me identifiqué como alumno
del Colegio de San Francisco, (naturalmente que no me recordaba), pero no fue
obstáculo para que me diera un cariñoso abrazo y yo, por mi parte, le dije; don
Manuel, ¿acepta usted tomar un café aquí al lado? Así lo hicimos, porque con
mucho agrado lo aceptó y yo más todavía Durante el tiempo que duró el café,
muchas personas se acercaron a saludarle Sin duda también fue un maestro de los
que marcan huella.
En aquella época, en el Colegio San
Francisco no existía la figura del director; del centro. A don Rafael Mellado,
que creo fue el primero, lo conocí algunos años después, cuando a menudo, si
pasaba por los alrededores del colegio, entraba a saludar a don Gonzalo y a los
demás maestros. Recuerdo a todos los maestros, a la hora del recreo, paseando
de un extremo a otros, casi todos juntos, por el pasillo central que por
entonces era mucho más ancho que hoy y desde cuyos ventanales veían a los
alumnos jugando en el patio.
En aquella época el Colegio de San
Francisco tenía horario de mañana y tarde, Si mal no recuerdo por la mañana era
de 9 a 13, con media hora de recreo, y por la tarde de 15 a 17. Los muchachos
de mi edad, sobre los 8 años, íbamos y veníamos solos, No recuerdo que mi
familia me 1levara. Era natural, no existían apenas vehículos ni tampoco los
demás "riesgos" a que tanto temen los padres y familiares actuales.
El Colegio era mixto en el sentido de que
abajo los niños y arriba las niñas, pero no nos veíamos en todo el día. Al
recreo salíamos los niños solos y antes o después las niñas. Hasta las puertas
de entrada eran diferentes Las niñas por la puerta cercana a Correos y los
niños por el lado contrario Los domingos por la mañana, todos los alumnos
íbamos a misa con los profesores, los niños a San Agustín, las niñas no
recuerdo donde. Durante todos los días del mes de Mayo, por la mañana, poco
antes de salir, todos los alumnos, formados en filas en el pasillo central,
cantábamos canciones ala Virgen María, como aquéllas "venid y vamos todos
con flotes a María” y aquella otra de "el trece de Mayo la Virgen Maria” y
otras más.
No recuerdo de haberse producido nunca
ningún tipo de incidente o accidente En e recreo jugábamos "empleándonos a
fondo", tal cual lo pueden hacer hoy pero a los juegos de ayer: al marro,
a la una andaba la mula al rescate, a la trampa, a los platis, a los bolindres.
No existían las porterías de fútbol ni baloncesto, el terreno era de tierra y
existía más arboleda de moreras.
Dentro de las clases imperaba un orden
total y e1 mayor respeto y aprecio a los maestros y si estos en algunas
ocasiones nos enseñaban la palmeta, no pasaba nada, y si encima contábamos en
casa que don Tal nos había dado un palmetazo era seguro que nuestros padres nos
daban otro leñazo más o nos castigaban a algo,
Los alrededores de1 Colegio eran casi
igual a la configuración que tiene hoy, El edificio de Correos, pero sin la
ampliación el Paseo de San Francisco y sus palmeras, pero con otra variantes en
suelo y jardines, la avenida de Huelva, apenas trazada y con casi ningún
edificio, el cuartel de la Bomba, de Caballería, que ha desaparecido para dar
paso a la avenida de Europa y sus alrededores El edificio del Colegio,
exteriormente igual y por dentro las aulas antiguas son practicamente iguales y
donde se ve la variación son en las modificaciones que se han hecho en pasillo,
urinarios, la intercomunicación con el piso superior, la casa del conserje.
Y en cuanto a alumnos que yo recuerde en
este momento: Manuel Meléndez Martínez, Santos Ramos García, Juan Antonio y
Manuel Dávalos Álvarez, los hermanos Béjar, Luis Tejero, Ángel Royano, Luis y
Manuel Cerezo, Florencio, Antonio y Narciso, (norecuerdo sus apellidos) Y de
cursos posteriores al mío, mi hermano Manuel, Civantos, los hermanos Cortés,
Paco Zambrano, entre otros muchos.
De mis actuales cinco nietos, tres están
ya en edad escolar Son Pedro Juan García Rodríguez, de 9 años, su hermana Ana,
con 6, y Antonio Pepe Álvarez Rodriguez, con 5 años, resultándome muy grato que
todos ellos sean alumnos del Colegio General Navarro, (San Francisco para les
de aquella época) y, por supuesto, también me es muy agradable, durante el rato
que espero a que salgan, cuando a menudo voy a recogerlos a medio día, recordar
mi época en el Colegio y por los patios. Me veo, saltando por la terraza y
corriendo por el patio delante o detras de los compañeros y sorteando los
varios árboles que entonces existían.
Badajoz, a 8 de abril de 2008.
No hay comentarios:
Publicar un comentario